En una calurosa mañana de verano, encontraba se Buda sentado en las frescas sombras que tan gentilmente le brindaban unos árboles plantados sobre una colina, meditaba o solo pensaba, quien puede saberlo, cuando su paz se vio interrumpida por los sollozos de una mujer, que venía a verlo, esperando así poder curar su Alma. “¿Por qué lloráis?” pregunto dulcemente aquel que es conocido como el Buda. “He perdido a un ser querido...quisiera saber como esta” respondió con infinita tristeza la mujer. “Baja a aquel poblado, golpea en las puertas de todas las casas y traeme un gusanillo de seda, por cada casa en que sus ocupantes no hayan perdido a algún ser querido” dicho esto Gautama el Buda continuó sumido en sus pensamientos mientras la mujer se dirigía al poblado a cumplir con el encargo de aquel ilustre Iluminado. La coloración rojiza del cielo, ya indicaba claramente que la luz del día había llegado casi a su fin para dar paso a una lúgubre oscuridad, cuando por fin retorno la mujer, con las manos vacías, mas su semblante había cambiado, ya no había tristeza en sus ojos (quizás un poco de cansancio, eso si). “No he podido conseguir ningún gusanillo” dijo la mujer “En todas las casas han perdido a algún ser querido”. “Así es”, respondió Buda, “Todos hemos perdido alguno”. Y la mujer se marcho, ahora sabía que su pena no era única, que era compartida por todos...
jueves, febrero 10
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