miércoles, marzo 16

Separaciones…

Bueno, al menos que tengamos una creencia atea o materialista, todos estamos de acuerdo de que, por lo menos, en el momento de la “muerte”, el alma se desprende del cuerpo. En las religiones orientales (citemos al budismo y al hinduismo, porque en realidad el cristianismo, el judaísmo y islamismo también son orientales, desde nuestro punto de vista occidental y al menos en su origen), esta separación no solo ocurre cuando se separa el alma (o el cuerpo astral, aunque no es lo mismo) definitivamente del cuerpo físico, si no cuando se duerme, o durante lo que se denomina el viaje Astral, que es la separación conciente del cuerpo astral del físico, y en el cual se tiene un recuerdo vivido, intenso de todo lo visto, sentido y realizado durante ese tiempo. Según afirmaciones, que por otra parte parecen ser coherentes con una totalidad filosófica y de pensamiento, nosotros no somos un cuerpo físico que tiene un espíritu, sino, y muy por el contrario, un espíritu que a veces tiene un cuerpo físico (en las encarnaciones, en este plano físico, llamado de la ilusión y el dolor, y que a nosotros nos parece tan real). El cuerpo astral estaría unido al cuerpo físico por el “cordón de plata” (termino que parece molestar sobremanera a los chupacirios, que son literales cuando les conviene, no, por ejemplo, cuando leen que el mundo fue creado en siete días), termino que quizás designe a una energía de esa coloración, poéticamente, no creo que con esta denominación se estén refiriendo a un cordón que sea de este metal (y menos de papel moneda, material, este ultimo, que parece embotar la mente de algunos). Cordón/energía que se cortaría en el momento de la separación definitiva del astral y su vehículo (según lo denominan) el físico.

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